¿Problemas? [Justice League]

Es de noche en los Estados Unidos. ¿Aquí? Aquí siempre es de noche, las estrellas rodean la Watchtower cada minuto de cada hora. Sé de varios miembros de la Liga a los que les resulta incómoda esta inmensidad espacial, la abrumadora carga de sentirnos únicos en el universo. No lo estamos, claro. A los héroes más... terrestres es a quienes menos les agrada venir a hacer guardia aquí, prefieren el Hall of Justice. En cambio, yo debo mantenerme en mi vigilante tarea a cada momento, cosa que puedo hacer. Puedo soportarlo, otros también podrían, pero tienen sus propios problemas. Arthur, John Stewart y Kal me visitan más que los otros, a excepción que haya reuniones de la Liga o de los miembros honorarios.

Me mantengo de pie frente a los monitores de la plataforma de coordinación, observando debajo mío el compartimiento general. Me encuentro en una suerte de balcón, por decirlo de una forma, una saliente del segundo piso que me permite apreciar el círculo en el suelo que marca los teleportadores primarios. Por aquí vienen y van miembros continuamente, alcanzo a ver a Booster Gold y Fire conversando animadamente, y más allá parece que John Henry Irons les está dando algún tipo de clase particular a Firestorm y Metamorpho. No hay más héroes a estas horas, cada uno en sus asuntos, como debe ser. Imprevistamente algo desvía mi concentración, la voz femenina de la computadora central.

-Reconocimiento activado: Captain Marvel 2-3.

Veo como el campeón de Shazam aparece por medio de un teletransportador, y como no debería estar aquí, asumo que tiene necesidad de la Justice League. Hasta que no esté seguro de qué sucede no voy a alertar a los demás. Meterme en su mente sería completamente intrusivo e indecoroso, por lo que me vuelvo intangible y desciendo hacia donde está él, para observarlo con cierta curiosidad y preocupación. Me detengo frente a él y le digo:

-Buenas noches, Captain, ¿qué te trae por aquí a estas horas?

 El descenso estaba retrasando la llegada, las piedras humedecidas por la llovizna de ayer convertían la travesía en un riesgo latente.
La arena de la tundra africana en épocas de lluvia se convertía en una sustancia resbaladiza aunada a lo agreste de la cueva, precipitaba el peligro de un desastre.
Pero ambos caballeros no tenían la más mínima intención de retroceder en su camino.
-Esto es muy excitante Yamel, si los textos antiguos son correctos y tus pesquisas son acertadas nuestras carreras se dispararán por las nubes, nosotros los encontraremos y catalogaremos, seremos decanos de la universidad que elijamos- aseveró Danzel visiblemnte excitado.
-Espera- cortó Yamel – mira esas estalactitas, están grabadas en la misma lengua que el texto, es aquí- dijo el arqueólogo con un brillo intenso en los ojos.


Yamel empezó a pronunciar las palabras que había en las estalactitas de acuerdo a lo que había aprendido de esa lengua arcana, pretendiendo descifrar el escondite de los tesoros.


Para su sorpresa las letras empezaron a brillar y las estalactitas cayeron sobre el suelo empedrado rompiendo la endeble estructura del lugar.


Cuando despertaron se encontraron atrapados cientos de metros más debajo de lo que podían escalar.


Pero el brillo incesante de dos artefactos los puso en alerta. –Allí están, son reales- gritó Danzel.


Sin una pizca de precaución Yamel no pudo detener a tiempo a su compañero cuando tomó entre sus manos la hoz gigantesca que pendía de la nada.


De un golpe Danzel observó los caminos que habría de tomar la hoz para llegar a es momento; las manos de decenas de exploradores y aventureros que habían intentado tomarla y fracasado en el intento. Un viaje a través del tiempo y el espacio en milisegundos le reveló que sus ambiciones vulgares de conocimiento y prestigio ensombrecían las verdaderas posibilidades de gloria que escondían tras el arma.


Un destello en los ojos de Danzel del mismo resplandor que de la hoz se desprendió de su mirada.


Con la cabeza hizo una mueca a su compañero para que tomara el mazo que yacía flotando a su lado.


La experiencia se repitió con el mazo en las manos de Yamel y sus insignificantes vidas se mostraron intrascendentes a comparación de las habilidades obtenidas.


-El mago tenía razón, los artefactos se encuentran aquí, aunque creo que llegué un poco tarde- declaró el capitán Marvel a la vez que veía la perdición en los ojos de los exploradores.
-Será mejor que suelten esos artefactos, antes que se hagan daño- pidió el Capitán sin ninguna respuesta.


-La única persona que saldrá dañada serás tú- dijo Danzel y blandió la hoz rasgando la nada y de esta nada como si de una abertura se tratara emergieron unas pezuñas que aprisionaron a Marvel con una fuerza inusitada.


-Tómate tu tiempo para morir Capitán- sentenció Yamel mientras sostenía el mazo en lo alto.


El tiempo a su alrededor se detuvo; los murciélagos que revoloteaban asustados buscando una salida quedaron petrificados en el aire. Sólo  Yamel y Danzel podían moverse libremente; Danzel volvió a blandir la hoz y otra rasgadura emergió delante de ellos: la cruzaron y desaparecieron.


El tiempo volvió a la normalidad y la garra que aprisionaba al Capitán volvió a jalarlo con fuerza hacia ella.


Marvel alcanzó a aferrarse de una estalactita, la cual se desprendió al instante ante el férreo agarre del Capitán; acomodada en su mano derecha la estalactita cumpliría la función de arma con el firme propósito de atravesar la dura piel de la pezuña. Pero fue la estalactita la que cedió.


-SHAZAM- se oyó en la cueva y un delgado y pequeño niño se escurrió entre la garra del inmenso ser.


La pezuña se perdió en el portal abierto sin nada asido a ella,  en cuanto el portal se cerró un nuevo SHAZAM emergió en la imberbe voz de Billy, que ante la conversión salió volando de las grutas.


A algunos kilómetros de allí, en la cima de una montaña los exploradores practicaban el uso de sus nuevos poderes atrayendo la atención de Marvel que aterrizó detrás de ellos.


Yamel se volvió y al percatarse de su presencia volvió a levantar el mazo con intenciones de detener el tiempo nuevamente.


Marvel golpeó el suelo y la cima de la montaña se hizo añicos precipitando al par hacia el precipicio, al tiempo que su miedo los obligaba a soltar las armas.


La hoz y el mazo quedaron flotando nuevamente y el Capitán alcanzó a los dos individuos y los colocó en el suelo.


Al regresar a la cima el Capitán tomó en cada mano los artefactos sin ninguna reacción visible. Como pronosticó el mago, su poder hacía inmune a Marvel de la influencia del par de antigüedades.


El aire comenzó a enrarecer y un viento huracanado apareció sin previo aviso delante de sus ojos mientras la realidad se distorsionaba ante sus ojos.


De la distorsión sólo surgieron un par de brillos escarlata que dispararon contra el Capitán devolviéndolo al pie de la montaña.


En su caída Marvel soltó el mazo, pero no así la hoz que quedó entre sus manos.


Una segunda ráfaga más potente disparó su descarga contra el héroe en trayectoria hacia el piso. Marvel alcanzó a rasgar el aire con la hoz y un segundo después desapareció evitando contacto.


Shazam vio aparecer a su campeón segundos después delante de sí rodando.


Esta vez la hoz si se separó del Capitán Marvel y éste en un supremo esfuerzo intentó incorporarse con su brazo izquierdo, sólo para ceder y caer.


Todo se tornó negro y silencioso.
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J’onn recibe al Capitán Marvel, visiblemente contrariado horas después de lo sucedido; el hechicero lo ha instruido para que busque ayuda y explique los poderes de las armas.
-Existen 5 armas legendarias que fueron fabricadas por Dioses; de una época primigenia en el universo, en guerra-explicó el Capitán –Cada una con un poder extraordinario, cuando estos Dioses guerreros se dieron cuenta que su andar bélico ponía en riesgo toda la creación, decidieron firmar una tregua y esconder las armas como señal inequívoca de pacto. Dos estaban aquí en la Tierra las otras sembradas en el cosmos.


El Mazo de los Eones que puede detener el tiempo a su alrededor


La Hoz de los Portales capaz de abrir el acceso a cualquier dimensión


La Esfera de la Conducta con el poder de dominar la mente y los corazones de los enemigos y reducirlos a esclavos


La Cadena de la Locura un instrumento capaz de provocar alucinaciones y volverlas realidad....

Y la última arma pertenece a quien me atacó: El Efecto Omega, Darkseid.

 

Venía volando desde Manhatann después de resolver un incendio de un gran rascacielos, ahora volaba por el espacio surcando el firmamento estelar, había oido gritos de auxilio con mi superoido, entonces pude ver un astronauta volado por el espacio, el cable que lo mantenía a salvo se había arrancado y el se precipitaba hacia aquel abismo.
Volé con velocidad y tomé al hombre entre mis brazos dedicándole una sonrisa y colocándolo de nuevo en la nave a salvo junto a su compañero, sin embargo oi entonces una conversación con mi superoido algo sobre unos objetos,-bueno ya está a salvo,tenga mas cuidado la próxima vez.

Después giré dejando a aquellos hombres con una expresión de asombro en sus rostros y me dirigí hacia el lugar donde había oido aquella conversación, la Wachtower se alzaba en aquel lugar, entré volando por la puerta de aquella base donde hacia tiempo se habian reunido los miembros de la Liga de la Justicia, al parecer por lo que había escuchado una nueva amenaza se cernía como una sombra sobre nosotros.

Mis ojos azules, se fijaron al entrar en aquel salón desde donde venian los ruidos de aquella conversación en los dos héroes que alli había-¿qué sucede?-dije  mientras miraba a ambos preocupada.